El 31 de marzo de 1520 era sábado, víspera del Domingo de Ramos de aquel año. Ese día la armada del Maluco encontró un resguardo en la costa de Argentina en el que pensaron que podían pasar el invierno austral y allí fondearon. El lugar fue llamado San Julián, donde la memoria de la primera vuelta al mundo pervive activamente todavía.
En San Julían existe otra de las réplicas de la Nao Victoria existentes en el conteniente americano, ésta convertida en museo.
Al dia siguiente de la llegada, ese Domingo de Ramos, Magallanes, que fue un hombre muy religioso, ordenó que se celebrará una misa, que sería la primera en territorio argentino y que ha hecho que se haya solicitado al Vaticano que el Papa celebre una misa ese mismo día de 2020, 500 años después.
La estancia en el puerto de San Julían dejó fuertes sinsabores a los expedicionarios, porque allí pediron una nave, la santiago, que encalló, y porque allí se produjo uno de los sucesos más lamentables de la travesía: El complot contra el capitan general Fernando de Magallanes, que acabó con ejecuciones y
Dejamos que lo cuente con sus palabras el cronista de aquella nevagación, Antonio Pigafetta:
«En este puerto, el cual pusimos el nombre de San Julián, gastamos cinco meses, durante los cuales no nos acontecieron más accidentes que aquellos de que vengo de hablar.
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(Quien tenga interés en el libro en el que Pigafetta narra la primera vuelta al mundo, puede descargarlo gratuitamente aquí.)
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